Revista Jurídica Cajamarca |
|||
Nuestra visión de futuro |
|
A continuación una “visión de futuro” sobre un Nuevo Orden Mundial:
DISEÑO PARA LA SOCIEDAD DEL FUTURO[1]
por Shoghi Efendi [2] “La
unidad de la humanidad, prevista por Bahá’u’lláh[3],
implica el establecimiento de una
mancomunidad mundial, en el que todas las naciones, razas, credos y
clases sociales estén estrecha y permanentemente unidos y en el que la
autonomía de los miembros del estado y libertad personal e iniciativa
de los individuos que lo compongan, estén definitivamente y
completamente resguardadas. Este Estado mundial, como lo podemos
visualizar, quedará constituido por una
legislatura mundial, cuyos miembros, como representantes de la
humanidad entera, controlarán todos los recursos de las naciones que lo
integren y promulgarán tantas leyes como sea necesario para regularizar
la vida, satisfacer las necesidades y concertar las relaciones de todas
las razas y pueblos. Un ejecutivo
mundial, respaldado por una fuerza internacional, llevará a efecto
las decisiones tomadas y aplicará las leyes promulgadas por la
legislatura mundial, resguardando la unidad orgánica de toda la
comunidad. Un tribunal mundial
adjudicará y transmitirá su veredicto final y obligatorio en todas las
disputas que puedan sobrevenir entre los varios elementos que
constituyan este sistema universal. Un
sistema de intercomunicación será inventado y abarcará todo el
planeta, libre de todo obstáculo nacional y de toda clase de
restricciones, funcionando con maravillosa rapidez y regularidad
perfecta. Una metrópoli mundial será el centro de una civilización mundial,
será el foco hacia el cual las fuerzas unificadoras convergerán y
desde el cual irradiarán sus influencias vigorizantes. Un
idioma universal será inventado
o escogido entre los idiomas existentes, y será enseñado en todas las
escuelas de las naciones confederadas como auxiliar de la lengua
materna. Una escritura mundial,
una literatura mundial y un
sistema universal de pesos y medidas simplificarán el intercambio y
el entendimiento entre las diversas naciones y razas. En tal sociedad,
la ciencia y la religión, las dos fuerzas más potentes en la vida del
hombre, se reconciliarán, cooperando entre sí y desarrollándose armónicamente.
La prensa, bajo tal sistema,
será un medio propicio a la expresión de las diversas opiniones y
convicciones humanas y cesará de ser manipulada perversamente por
intereses creados, sean éstos privados o públicos y será liberada de
la influencia de los pueblos y gobiernos contendientes. Los
recursos económicos del
mundo serán organizados, las materias primas serán debidamente
utilizadas, sus mercados serán coordinados y desarrollados y la
distribución de sus productos regularizada equitativamente. Rivalidades,
odios e intrigas nacionales cesarán y la animadversión y los
prejuicios raciales serán reemplazados por la amistad, el entendimiento
y la cooperación internacionales. Las
causas de los conflictos religiosos serán definitivamente eliminadas;
las barreras y las restricciones económicas serán completamente
abolidas y la inordenada diferencia de clases será extinguida. La
miseria por una parte y la
gran acumulación de propiedades por la otra, tendrán que
desaparecer. La enorme energía perdida en las guerras, sean éstas económicas
o políticas, será consagrada a fines que permitirán extender el radio
de los descubrimientos y a su desarrollo técnico; el aumento de los
recursos necesarios al bienestar humano; a la exterminación de las
enfermedades; a la extensión de la investigación científica;
al aumento de la salud pública; a la evolución y refinamiento del
cerebro humano; la explotación de los recursos del planeta hasta hoy
insospechados y sin uso; a la prolongación de la vida humana y al
adelanto en general, que estimule la vida intelectual, moral y
espiritual de la totalidad de la humanidad. En
fin, un sistema federal que gobierne al mundo y ejerza su autoridad sin
restricciones, sobre los inimaginables y vastos recursos del planeta,
fundiendo los ideales de Oriente y de Occidente y liberado ya, de la
maldición de la guerra y sus miserias, hará uso de todos los recursos
disponibles sobre la superficie de la tierra; un sistema en el cual la
fuerza será el servidor de la justicia y cuya vida será sustentada por
el reconocimiento universal de un solo Dios y por su lealtad a una
Revelación común. Esta es la meta hacia la cual la humanidad avanza,
impelida por una fuerza unificadora de vida”
NOTAS: [1] Citado
por MARQUES Y UTRILLAS, José Luis, en Perspectivas
de un nuevo orden mundial, Editorial BAHA’I de España.
Tarrasa, 1982. [2] Promotor de la Comunidad Internacional
Bahá’í, nació en San Juan de Acre, Israel en 1897 y falleció
en 1957; recibió formación intelectual en la Universidad Americana
de Beirut y en la Universidad de Oxford, Inglaterra. Autor de
distintas publicaciones como El
desenvolvimiento de la civilización mundial, Buenos Aires,
EBILA, 1972; El advenimiento
de la Justicia Divina, Buenos Aires, EBILA, 1972; El
día prometido ha llegado, Buenos Aires, EBILA, 1973; La
Dispensación de Bahá’u’lláh, Buenos Aires, EBILA, 2da.
Edición 1973; Star of the West, Revista publicada entre los años de 1910 a 1933
desde Chicago y Washington, D.C.; entre otras obras. [3] Fundador de la Fe Bahá’í, su nombre está en árabe, nació en Teherán en 1817 y falleció en Bahjí, Israel en 1892, luego de permanecer un poco más de 40 años, desterrado y prisionero del Imperio Turco Otomano, acusado de sedición. En una visita que le hiciera el orientalista británico Edward G. Browne, en 1890 en la prisión, manifestó: “No deseamos sino el bien del mundo y la felicidad de las naciones (…) Estas luchas, este derramamiento de sangre y esta discordia cesarán, y todos los hombres serán miembros de una sola familia”. Ha escrito más de cien volúmenes de libros tanto en árabe como en persa, muchos de los cuales ya han sido traducidos al inglés y al español.
|
||