Revista Jurídica Cajamarca

 
 

 

Las claves para desarrollar una moral muy ética

Mª Dolores Hervás Montoya (*)

 


 

Como todos sabemos la moral es un aspecto muy controvertido dentro de una sociedad ya este desarrollada o no, quién no se ha preguntado alguna vez porque esto esta bien o está mal. Quizá sean algunas de las preguntas claves junto al por qué de nuestra existencia. Por ello esta reflexión pretende aunque no de forma definitiva, establecer una visión objetiva sobre las claves con las cuales se puede desarrollar una moral válida, independiente de la religión del momento social o de la sociedad en la que nos encontremos, ya sé que mi pretensión es un tanto utópica.

 ¿Pero por qué no intentarlo?. Al fin y al cabo la sociedad se desarrolla gracias a las ideas ya sean acertadas o no de las personas que las formulan.

En realidad todo aquello que nos rodea puede ser criticable en cualquier aspecto, ya sea por religiones basadas en el miedo irracional a un Dios implacable, hasta la obediencia escatológica a un líder político.

Cuantas veces a lo largo de la historia se han pretendido crear unos principios morales universales, la verdad es que casi he perdido la cuenta, es una idea típicamente utópica.

Esto se debe a la dificultad extrema de poder encontrar un sistema único derivado de la confluencia de una pluralidad de pensamientos o de ideas.

Bien es cierto que la moral es a la vez una ciencia y un arte que como tal exige cierta flexibilidad y la capacidad de improvisar y responder a circunstancias reales y situaciones particulares.

Pues la improvisación deriva de la experiencia moral humana, más que aplicar un texto a todas las situaciones.

Circunstancia aplicable de forma análoga a otros campos de nuestra vida ya sea la religión , la sociedad, la política...

Cuantas veces se ha mantenido que la vida moral solo se puede desarrollar en plena libertad , pero yo me pregunto ¿somos realmente libres de actuar de una forma moral?.

La respuesta es rotundamente que no. El libre albedrío no existe de forma absoluta ya que en cualquier caso estamos condicionados por distintas circunstancias:

La normativa del país en el que se desarrolla nuestra existencia,

Los integrismos religiosos,

El entorno  y el pluralismo social,

La tradición,

La familia...

En fin, distintos tipos, de características que se van desenvolviendo a nuestro alrededor, sin que muchas veces ni exista la posibilidad de modificarlas ni incluso de elegirlas.

Estas circunstancias unidas a  la gran tensión entre el deseo humano de libertad y  la capacidad de elegir nuestros actos basándonos en motivos racionales o morales y la experiencia práctica.

Todo ello hace que la libertad tan manifiestamente deseada, se halle coartada de una forma excepcional.

Un ejemplo de esta falta de libertad lo podemos encontrar en las palabras que  llegó a manifestar en cierta ocasión Monadas Gandhi:

“He aquí las cosas que nos destruirán:

 La política sin conciencia,

 La riqueza sin trabajo,

 La sabiduría sin carácter,

 Los negocios sin moral,

 La ciencia sin humanidad,

 La adoración sin sacrificio”.

Como podemos observar cada principio se halla ligado a una condición determinada y esto hace que en ningún caso seamos realmente libres de poder elegir nuestras acciones sin pensar en las consecuencias que inherentemente se les pueden asociar, tal y como si mantuviesen una relación de causalidad propia de los estudios empíricos.

En realidad en la practica no se pueden establecer distintos tipos de reglas, ni de métodos para encontrar la verdad o la moral aplicable en todas las sociedades, ya que para ello se necesitaría una confluencia de circunstancias idénticas que no podrían variar, es decir las variables deberían ser idénticas, circunstancia, que en nuestra sociedad es inviable de mantener, ya que cualquier dato modificativo de una realidad personal significaría la destrucción e inaplicabilidad de dicho método.

Si bien hay algunos autores que lo han intentado como supone el caso de John Harris:

Que mantiene que “para que un juicio moral sea respetable debe explicar por qué una acción supuestamente mala es mala. Y si no pasa esta prueba, se trata de una preferencia y no de un juicio moral”, como vemos esta técnica que pretende ser válida no puede serlo de una forma universal para todos nosotros como seres humanos, pues nuestras circunstancias no son iguales en todos los casos, se modifica nuestra cultura, sociedad religión, educación, costumbres, tradiciones, legislación...

Otros autores mantienen que para poder desarrollar nuestros actos de una forma moralmente valida la solución se encontraría en realizarlos sin dañar a nadie.

¿Pero es esto realmente posible?...

Yo creo que no y se debe a que cada acto que realizamos lleva siempre aparejado una consecuencia practica que de forma directa o indirecta puede dañar a otra persona.

Por lo que esta otra solución tampoco es factible de aplicar.

La solución más viable que se le puede aplicar a este tema siempre tan controvertido es intentar establecer una moral de valores que de forma auto impuesta sea aceptada por todos y consentidas por nuestras propias razones, aunque ni siquiera esto garantizaría su cumplimiento

Pues la moral implicaría una aspiración, de conformidad con una conducta, con un pensamiento común y universal, aspecto por si mismo imposible de realizar, pero no de imaginar.

Cuantas veces, hemos oído hablar de conceptos tan etéreos como puede ser la conciencia humana que se desarrolla tras pensar en las consecuencias de nuestros actos, pero de que sirve cualquier sentimiento de culpa si no todas las personas parten de las mismas premisas o circunstancias.

Si bien la solución de las soluciones, pasaría simplemente por ser la educación, pero no entendida como aquélla que actualmente podemos recibir en colegios, institutos, o universidades en cualquier país del mundo.

Entenderíamos por Educación aquella que nos proporcione a todos una serie de valores mínimos, una educación social dirigida a todos los sectores de cualquier tipo de sociedad, bien sean legisladores, bien sean penados; bien sean dirigentes religiosos bien sean victimas del integrismo.

Una educación que permitiese una mejor redistribución de las riquezas, una, que nos permitiese aprender de nuestros errores pasados (genocidios, crímenes contra la humanidad o guerras mundiales).

Cuando podamos establecer una moral con la que en ningún caso se pueda perjudicar a otro ser humano y que consiga acabar y disolver la guerra entre los pueblos, la inhumanidad respecto a los más débiles, el placer en la persecución de los más desfavorecidos, en la agresión, en la destrucción...

Todo ello con una justificación meramente humana sin entrar en aspectos controvertidos de ningún tipo.

Si logramos conseguirlo, entraremos en una moral válida para todos, pero ¿Será realmente posible conseguirlo algún día?.

FUENTE BIBLIOGRÁFICA DE REFERENCIA:

-“Una moral sin Dios”. Richard Holloway.

-“Selecciones del Reader Digest”. “Citas”.

 


 


(*) Licenciada en Derecho por la Universidad de Castilla-La Mancha, España

E-Mail: LOLAHERVAS@terra.es


 

Página anterior

Índice

Página siguiente

HOME