Revista Jurídica Cajamarca

 
 

 

El poder y el valor del verdadero pensamiento dependen de su manifestación en acción

Abdú'l-Bahá (*)


 

18 de octubre

 

La realidad del ser humano es su pensamiento, no su cuerpo material. La fuerza del pensamiento y la fuerza animal son compañeras. Aunque el ser humano es parte de la creación animal, posee un poder de pensamiento supe­rior al de todos los demás seres creados.

Si el pensamiento humano aspira constantemente a las cosas celestiales, entonces se santifica; si, por el contrario, este pensamiento no está dirigido hacia lo alto sino concen­trado en las cosas de este mundo, se irá haciendo cada vez más material hasta alcanzar un estado apenas mejor que el de un simple animal.

Los pensamientos pueden dividirse en dos clases:

 

1.- Pensamientos que sólo pertenecen al mundo del pen­samiento.

2.- Pensamientos que se expresan en acción.

 

Algunos hombres y mujeres se vanaglorian de sus pen­samientos elevados, pero si estos pensamientos nunca al­canzan el plano de la acción, serán infructuosos: el poder del pensamiento depende de su manifestación en hechos. Sin embargo, en el mundo del progreso y la evolución, el pensamiento filosófico puede traducirse en las acciones de otras personas, aunque los propios filósofos estén incapaci­tados o carentes de voluntad para manifestar sus grandes ideales en sus propias vidas. A esta clase pertenece la ma­yor parte de los filósofos, cuyas enseñanzas están por en­cima de sus hechos. Ésta es la diferencia entre los filósofos que son Maestros Espirituales y aquellos que son simple­mente filósofos: el Maestro Espiritual es el primero en se­guir sus propias enseñanzas; Él lleva al plano de la acción sus concepciones espirituales y sus ideales. Sus pensamien­tos divinos son manifestados al mundo. Su pensamiento es Él mismo, y son inseparables. Cuando encontramos a un filósofo enfatizando la importancia y grandeza de la justi­cia, y alentando a la vez a un monarca codicioso en su opresión y tiranía, inmediatamente nos damos cuenta de que pertenece al primer grupo; pues tiene pensamientos celestiales, pero no practica las correspondientes virtudes celestiales.

Esta situación es imposible con los Filósofos Espirituales, pues Ellos expresan siempre sus elevados y nobles pensa­mientos en acciones.


 


(*) Filósofo persa (1844-1921). Autor de las obras "Filosofía Divina", "Fundamentos de Unidad Mundial", "Secreto de la Civilización Divina", "Respuestas a algunas preguntas", entre otras. El presente texto ha sido extraído de la obra "Sabiduría de Abú'l-Bahá", la misma que contiene una serie de sus conferencias dadas en París y Londres, entre 1911 y 1913.


 

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