Derecho y Cambio Social

FORMACI�N MORAL Y SOCIAL DE LOS HIJOS*

Dr. A. Furutan**


 

Este libro (del cual fue extra�do este tema) fue escrito a partir de mi experiencia como psic�logo infantil trabajando con ni�os y sus madres. Es una gu�a pr�ctica para madres y padres, y no una presentaci�n acad�mica, a�n cuando los acad�micos y los educadores puedan encontrar en �l lo que les interese. Mi intenci�n era ayudar a los padres en sus diarios esfuerzos por llevar a cabo la dif�cil tarea de educar a un ni�o.

Al escribir el libro, he usado ideas recogidas de estudios de las Escrituras Bah�'�s, de la Biblia, del Cor�n, de fil�sofos tales como Locke, Rousseau, Kant, Darwin y Spencer, y de educadores y psic�logos infantiles de nuestra propia �poca. No he enumerado todos los t�tulos, pero los padres que tengan inter�s podr�n encontrar un c�mulo de informaci�n valiosa disponible en librer�as y bibliotecas.

Originalmente escrito en persa, el libro ha sido editado para el lector occidental. Quisiera expresar mis sinceros agradecimientos a los traductores Katayoon y Robert Crerar, y a Mahnaz Aflatooni, quien tradujo los extractos de poes�a persa. Quisiera tambi�n agradecer a tos correctores de prueba, Ginnie Busey, Steve Eddy, Rustom Sabit y Stephen Tomlin.

 

 

"En el futuro la moral se degenerar� en sumo grado. Es esencial que los ni�os sean criados a la manera espiritual para que puedan encontrar la felicidad tanto en este mundo como en el venidero, sino ser�n acosados por las aflicciones y tribulaciones, pues la felicidad humana est� basada en el comportamiento espiritual".1

Muchas personas, al pensar en la dif�cil situaci�n de la humanidad hoy d�a, considerar�n que ya est� sobre nosotros el tiempo en que "las costumbres degenerar�n en grado extremo". Frente a este ambiente de extendida corrupci�n y falta general de confianza, los ni�os de alguna manera deben ser educados para que alcancen un elevado nivel moral.

Shoghi Effendi escribi�:

"Estos ni�os espirituales tienen mucha importancia para el  futuro. Vivir�n en tiempos distintos y deber�n enfrentar problemas que jam�s encontraron sus mayores. Y solamente la Causa puede equiparlos para servir apropiadamente a las necesidades de una humanidad desilusionada, infeliz y cansada de guerras. As� es que su tarea ser� muy grande y de mucha responsabilidad, y no se puede dedicar demasiado cuidado a su educaci�n y preparaci�n ".2

Obediencia

"Debe reinar la ley no el individuo; as� el mundo llegar� a ser un lugar de belleza y se realizar� la verdadera hermandad"3

El h�bito de la obediencia es una de las caracter�sticas que debieran aprender los ni�os.

La obediencia a las leyes divinamente ordenadas y el cumplimiento de las reglas dictadas por un gobierno justo, constituyen el fundamento del bienestar material y espiritual de una naci�n. Florecer� y prosperar� todo pa�s cuyos ciudadanos ven como la norma de sus acciones la sumisi�n a las leyes puestas en vigencia por los que tienen la autoridad. Por ejemplo, en ciertos pa�ses, rigen los siguientes reglamentos: Se proh�be fumar en teatros, buses y trenes al igual que en muchos edificios p�blicos; los autom�viles est�n obligados a observar l�mites espec�ficos de velocidad; los peatones deben seguir ciertas reglas; son actos ilegales contaminar lagos y corrientes de agua y echar escombros en los caminos.

Si los ciudadanos de estos pa�ses observan �stas y similares reglas y disposiciones, y llevan diligentemente a cabo sus responsabilidades sociales, entonces se asegurar�n definitivamente su bienestar y tranquilidad. Pero si, por inter�s propio, unos cuantos individuos no se preocupan de la suerte de las masas y no toman en cuenta la mayor�a de las leyes y reglamentos, cometiendo cualquier acto que ideen sus corazones y considerando que violar las leyes es un acto de valent�a, entonces reinar�n en ese pa�s el caos y la anarqu�a, causando perturbaciones a la mayor�a de su gente, erradicando todos los pensamientos de paz y tranquilidad, y desilusionando finalmente a una poblaci�n cansada y menesterosa, mientras que la maquinaria de la sociedad se detendr�.

A fin de que los hijos adquieran esta noble actitud de obediencia, los padres deben observar ciertos puntos. Los mismos m�todos se aplican aqu� como al ense�ar el respeto a los padres.

1. Las madres y los padres deber�an tratar de fomentar en su hijos el esp�ritu de obediencia desde los primeros a�os. En un lenguaje amable y compasivo, deber�an tratar de inculcar los conceptos de que la reverencia y consideraci�n por los padres son obligatorios y esenciales, que el respeto a los mayores ha sido divinamente ordenado, y que un ni�o que no obedece a sus padres ser� considerado responsable ante Dios y ridiculizado por la sociedad.

2. Cuando los padres asignan una tarea a un hijo o hija, deber�an primero considerar cuidadosamente la naturaleza del trabajo en cuesti�n y evitar pedir cosas que est�n m�s all� de la capacidad de los hijos y que podr�n llevar a la desobediencia y rebeld�a.

3. En las escuelas, los maestros deber�an aprovechar toda oportunidad que se les presente para inculcar a los estudiantes la necesidad de obediencia a los padres y madres y a los mismos maestros. Usando ejemplos un instructor puede explicar los beneficios de la obediencia y los perjudiciales efectos de la desobediencia. Por ejemplo, puede explicar que si las distintas partes del cuerpo humano, tales como las manos, pies, ojos y o�dos no ejecutan las �rdenes de la mente, sino que eluden su mandato, entonces prevalecer� un estado de caos dentro del "dominio" del cuerpo, y cualquier semejanza de unidad entre la mente y el cuerpo ser� casi inexistente. Asimismo, si los miembros de una familia no obedecen al padre y a la madre, y si todos act�an conforme a sus propios deseos, �va a funcionar esa familia en forma apropiada? Y si los habitantes de una ciudad pasan por alto los reglamentos establecidos por el gobierno, y si cada persona hace lo que le place sin ninguna consideraci�n por el bien p�blico- �tendr� paz o tranquilidad esa ciudad? En resumen, los ni�os deber�an darse cuenta y apreciar lo indispensable que es la obediencia, de modo que no se permitan ser testarudos y obstinados.

4. Tambi�n las instituciones sociales pueden promover estos intereses a trav�s de pel�culas, obras de teatro, art�culos de diarios y revistas, libros y otros medios similares. Si esta actitud se establece, se fortalece y se refuerza continuamente en todos los miembros de la sociedad, entonces prevalecer� una completa armon�a y se impedir�n m�ltiples fechor�as deplorables.

La importancia de este tema desde el punto de vista de la religi�n es igualmente clara, ya que uno de los significados de la fe es "obediencia impl�cita". Cuando la gente admite y mediante razonamiento y pruebas, reconoce su creencia en una Manifestaci�n de Dios y considera Sus ense�anzas y leyes como la �nica fuente segura de gu�a para la humanidad, entonces ciertamente debe obedecer Sus preceptos y no permitirse a s� mismos desviarse de Sus mandamientos en lo m�s m�nimo.

Se puede reconocer f�cilmente que la obediencia en todas estas materias constituye la mejor esperanza de felicidad y bienestar para la humanidad. Los padres, educadores, instructores, los que est�n investidos de autoridad y todo los que est�n ocupados en promover el mejoramiento f�sico, e intelectual y espiritual de la raza humana, deber�an prestar su completa atenci�n a esta indispensable materia y ayudar en el establecimiento de esta loable cualidad.

Disciplina y Orden

"En verdad es indispensable cierto tipo de disciplina ya sea f�sica, moral o intelectual, y no puede decirse que un educaci�n es completa y fruct�fera si descuida este elemento".4

"Un ni�o aseado, agradable, de buen car�cter, cort�s - aunque sea ignorante- es preferible a un ni�o rudo, sucio, de mal talante, y sin embargo versado en todas las ciencias y artes".5

La disciplina y el orden en todos los asuntos son de m�xima importancia para el crecimiento apropiado de las facultades mentales de los ni�os. En todas las familias, todo debiera hacerse de manera disciplinada y ordenada. Toda acci�n de las muchas acciones diarias, y toda actividad de las actividades de los hijos deber�a llevarse a cabo en forma apropiada. Las causas f�sicas del comportamiento ind�cil deber�an ser sagazmente desarraigadas por las manos capaces de las inteligentes madres, a fin de que el ni�o, desde sus primeros a�os, se acostumbre al orden y organizaci�n en el ambiente familiar, y al crecer evite todo lo que vaya en contra del bienestar social.

Si el ni�o no se acostumbra a la disciplina y al orden en la familia; si se confunden las horas de dormir y despertarse, de recreaci�n y juego, de trabajo y descanso; si su preciosa vida transcurre sin un plan claro y definido; si nada tiene un lugar espec�fico (por ejemplo al buscar un libro debajo de la cama saca sus calcetines sucios) y una parte del valioso tiempo del ni�o siempre se dedica a la b�squeda de zapatos, sombrero, pluma y tinta, s�lo para encontrar cada uno de estos objetos tirados en un rinc�n en una terrible condici�n; si tal es el caso, �entonces c�mo es posible que se desarrolle y llegue a ser un adulto puntual y bien organizado, obediente a las reglas que rigen en la sociedad?

La naturaleza humana es susceptible de cambiar, ya que los seres humanos son, en general, producto de su formaci�n. Por lo tanto, si las madres y educadores saben como debieran ser sus hijos y con qu� pensamientos y creencias debieran aparecer en la sociedad, pueden dar pasos para proveer educaci�n adecuada y establecer firmemente caracter�sticas y h�bitos apropiados. Las madres, si lo desean, pueden acostumbrar a sus hijos a la disciplina y al orden desde la ni�ez, y pueden poner en pr�ctica este aspecto educacional con el m�ximo �xito. Sin embargo, para lograr esta meta, es esencial prestar atenci�n a ciertas materias:

1. Las horas de dormir y despertarse de los hijos, su recreaci�n y juego, sus ejercicios de escritura y lectura -en resumen, todas las actividades- deben estar ajustadas a un programa definido del cual no deber�an desviarse. Supongamos que un ni�o debe levantarse a las seis de la ma�ana. Debe ser despertado todos los d�as a esa misma hora: si al principio se resiste y quiere quedarse en cama, la madre debe levantarlo tierna y compasivamente, mientras le da suaves palmaditas y le muestra afecto. Al principio el ni�o puede resistirse fuertemente, pero tarde o temprano este h�bito se establecer� tanto, que �l se levantar� de la cama a la hora debida sin que intervenga su madre. Esto ocurre porque las caracter�sticas y h�bitos no llegan a ser una segunda naturaleza en los seres humanos sino por repetici�n.

Respecto del mismo tema, es importante que la madre se preocupe de la hora y al anochecer haga acostarse a los ni�os a una hora fija, a fin de que se duerman y despierten en forma sistem�tica. Naturalmente, las madres est�n conscientes de que no deber�an contarles a sus hijos cuentos de terror antes de hacerlos dormir, ya que esto excita los nervios y emociones. Si los ni�os se duermen sinti�ndose tristes o nerviosos, puede resultar da�ino para la salud. Tampoco los ni�os debieran ellos mismos leer libros excitantes justo antes de dormirse, en especial historias de amor y romances (cuya lectura es siempre da�ina para los ni�os y adolescentes), ya que es en ese momento cuando pueden producirse resultados particularmente desagradables. Durante el sue�o, cuando el cuerpo est� descansando, los nervios tambi�n deber�an estar relajados; los pensamientos, libres, y la persona, feliz. Por lo general, es mucho mejor si los ni�os no se cansan estudiando justo antes de dormir, ya que esta pr�ctica hace que se acumule mucha sangre en el �rea del cerebro.

2. Los libros, cuadernos, toallas, cepillo, cepillo de dientes, ropa -todas sus pertenencias- deber�an guardarse en un lugar espec�fico que nadie m�s comparta y donde nadie interfiera. Tambi�n deber�a el ni�o responsabilizarse de su aseo. De este modo, se le recalca su sentido de responsabilidad y se acostumbra tanto a la disciplina como al orden. Llevar a cabo esta tarea es posible para familias de todos los estratos de la sociedad. A�n en piezas peque�as y sencillas se puede separar un rinc�n espec�ficamente para los ni�os, donde ellos puedan poner dos o tres peque�as cajas de bajo valor a fin de que guarden sus pertenencias.

3. Los padres y madres deber�an ellos mismos ser ordenados y bien organizados y no debieran dejar de lado sus propias reglas a prop�sito. De este modo, sus acciones servir�n como buenos ejemplos para que sus hijos los imiten y sigan. La due�a de casa deber�a tener un lugar espec�fico para cada cosa y deber�a tratar de mantener en orden las cosas de la casa. Por ejemplo, objetos pertenecientes a la cocina no deber�an ser llevados a una pieza diferente, y lo que debe quedarse en un armario no tiene que ponerse en la mesa, repisas o antepechos de las ventanas.

Incluso con respecto a la decoraci�n del hogar, la madre no deber�a ser descuidada, y no deber�a colocar cuadros sin sentido o rid�culos, ni citas vulgares en las paredes, a fin de que tambi�n de esta manera, los ni�os sean expuestos a un orden bien disciplinado en su entorno y desarrollen intereses sanos y buen gusto.

4. Con la mayor calma y paciencia, pero tambi�n con determinaci�n y constancia las madres deber�an guiar a sus hijos para que llegaran a ser ordenados y bien disciplinados en el hogar. No deber�an pasar por alto ning�n comportamiento ind�cil o desorden, mas bien deber�an, con palabras suaves y amables, recordarles a los ni�os las maneras debidas cuando parezca necesario hacerla, como en el ejemplo siguiente: Un ni�o llega a casa de la escuela, tira su bols�n en un rinc�n, su sombrero en otra parte y, en general, descuida totalmente la limpieza y el orden. La madre deber�a inmediatamente recordarle al ni�o que tal comportamiento es desagradable y que no es correcto que un ni�o respetuoso y bien disciplinado haga tales cosas. Entonces la madre deber�a pedirle al ni�o que recoja su bols�n y sombrero y que los coloque en sus lugares correspondientes. El �xito de esto depende de la paciencia y tolerancia de la madre. No deber�a ceder f�cilmente ni alterarse ante el primer indicio de indiscreci�n por parte del ni�o, sino que tiene que aferrarse a las virtudes de la bondad y misericordia, y resistirse a recurrir a la rabia y a un lenguaje duro. Usando paciencia, moderaci�n y constancia, las madres deber�an animar constantemente a sus hijos a comportarse de manera bien disciplinada en el hogar. La experiencia ha demostrado repetidamente que si los padres ponen en pr�ctica estas sugerencias, sus hijos, con el tiempo, llegar�n a acostumbrarse tanto a la disciplina y buena organizaci�n que evitar�n el desorden hasta el resto de sus vidas.

Muchos exponentes de ciencias educacionales tratan de atraer a los padres m�s cerca de uno de los ideales de la formaci�n, el cual es "la belleza". Ellos esperan y se esfuerzan mucho por lograr este objetivo, para inculcar a los ni�os desde sus primeros a�os un anhelo por disfrutar de la belleza del mundo de la creaci�n, para apartarlos de aquella fealdad del caos, la cual es contraria a la creaci�n divina, y para alimentar las almas de los ni�os en pleno acuerdo con sus capacidades naturales.

Por supuesto, no es posible, en esta breve referencia al tema de los "ideales" profundizar en los ejemplos y opiniones de los fil�sofos de la antig�edad, tales como Plat�n y Arist�teles, ni podemos discutir los pensamientos y opiniones de Kant y sus compa�eros, ni los de eruditos renombrados contempor�neos cuyos nombres est�n asociados con la ciencia de la formaci�n y educaci�n. Pero es claro que si los padres, y en especial las madres, acostumbran a sus hijos desde la ni�ez al orden y organizaci�n en el hogar; si nunca se abstienen de guiarlos para que observen disciplina racional en todas las materias; si fijan la vista en todos los aspectos de real armon�a y verdadera concordia, y si ellos mismos no se desv�an un �pice del orden y la sana disciplina, entonces sus hijos se acercar�n m�s r�pidamente al ideal de belleza en sus vidas.

La importancia del trabajo para los ni�os

"Educad les en trabajo y esfuerzo, acostumbradles a las privaciones".6

"...todo esfuerzo y denuedo desplegados por el hombre desde la plenitud de su coraz�n, es adoraci�n, si es impulsado por los m�s altos motivos y la voluntad de prestar servicio a la humanidad". 7

Todos estamos conscientes de que el trabajo ocupa una alta posici�n en la estimaci�n de los eruditos de todo el mundo. Cuando una persona llega a la madurez y asume sus responsabilidades sociales, debe llegar a ser una fuente de bien social, un elemento �til de la sociedad. No puede gastar su tiempo en ociosidad y complacencias, aunque sea muy acomodada, ni deber�an los preciosos d�as de su vida pasar en vano. M�s bien, deber�a llegar a ser causa de beneficios tangibles para sus semejantes.

El fundamento de esta importante tarea debe ser establecido en el ser interior de los hijos desde temprana edad, a fin de que est�n cuidadosamente preparados para el trabajo y actividades con prop�sitos determinados. Si no son equipados para el trabajo, no cabe duda que cuando adultos, se hallar�n incapaces de llevar a cabo ning�n trabajo.

A veces las familias y las escuelas tratan de trabajar juntas para facilitar esta dif�cil tarea a los ni�os, pero, desafortunadamente, a menudo se presta atenci�n insuficiente a este importante tema. Por esta raz�n daremos aqu� varias sugerencias:

1. Las madres no deber�an vacilar en dar a sus hijos tareas adecuadas a su capacidad y habilidad. La ociosidad y la indulgencia para consigo mismo no deben ser miradas con bondad, afecto o simpat�a, ya que todo lo que es llevado a exceso, a�n el afecto, siempre resulta da�ino.

Por ejemplo, los ni�os peque�os, a�n desde las edades de 4 y 5 a�os, deber�an desarrollar el h�bito de hacer sus quehaceres diarios ellos mismos (por supuesto siempre que no necesiten ayuda). Al levantarse por la ma�ana, pueden hacer su cama; pueden ponerse los zapatos y vestirse solos, lavarse las manos y cara sin ayuda de la madre, y servirse el t� ellos mismos. Al almuerzo, pueden poner e incluso lavar sus platos y hacer trabajos semejantes. Todas estas tareas deber�an efectuarse bajo el minucioso cuidado y gu�a de la madre o el educador.

En jardines infantiles grandes de algunos pa�ses, el autor ha visto con sus propios ojos c�mo ni�os peque�os -a�n de tres o cuatro a�os- con manos temblorosas pero con evidente gozo y deleite, hacer sus propios quehaceres bajo la permanente supervisi�n de sus maestros. Obviamente, los ni�os no deben fatigarse, ni debe permitirse que el trabajo sea una carga para ellos. En lugar de esto, deber�a d�rseles a los ni�os el trabajo con gran moderaci�n y de manera ordenada y con disciplina, como si fuese parte integral de sus clases y ejercicios. El trabajo en s� mismo hace el papel de un educador, ya que las facultades f�sicas y mentales del ni�o, al estar trabajando, se ocupan de actividades que les ayudar�n en su formaci�n.

En jardines infantiles progresistas de todo el mundo, el trabajo es un�nimemente considerado como el mejor m�todo para el crecimiento tanto f�sico como mental de los ni�os. Sin embargo, los padres y educadores deben tomar en cuenta las variables capacidades que muestran los ni�os en sus diferentes etapas de crecimiento.

2. Los padres deber�an saber que los ni�os que est�n acostumbrados a la dureza, a los extremos de calor y de fr�o, y que no son mimados ni sobreprotegidos, ser�n m�s vigorosos y mucho m�s resistentes a diversas enfermedades. Los ni�os se ponen ociosos e indolentes si, a la edad de seis o siete a�os, a�n no se les permite "ensuciarse las manos", como ocurre tan frecuentemente; si cuando est�n comiendo y tienen sed, alguien se levanta y les pasa agua; si se les impide hacer una tarea determinada cuando se sientan inclinados a hacerla. Puede ocurrir que una madre diga: "No toques las tazas; puedes quebrarlas". Otra diga: "No hagas eso: vas a arruinar tu lindo vestido". O un padre diga: "He trabajado duro toda mi vida, y ahora que hemos ahorrado algo, no quiero verte haciendo ese tipo de trabajo".

Esta forma de "compasi�n" y "afecto", que invariablemente conduce a la adversidad y sufrimiento de los desafortunados ni�os, deber�a ser completamente eliminada. No es vergonzante hacer trabajo corporal, y es importante que los ni�os se acostumbren a �l desde la ni�ez.

3. Nadando, haciendo gimnasia y dando largas caminatas, los ni�os se ponen m�s fuertes y vigorosos, y son m�s capaces de afrontar las dificultades de la vida. Por supuesto, las ni�as no est�n exentas de esto, ya que las pesadas cargas de la vida son llevadas en mayor grado por las mujeres que por los hombres. Si los ni�os no son inclinados a trabajar en casa cuando j�venes, �c�mo podr�n entonces soportar las arduas responsabilidades que con el tiempo han de enfrentar? Una joven que no ha adquirido el h�bito de trabajar y se ha acostumbrado a los lujos y a ser mimada, no ser� sino una molestia para su futura familia. Por lo tanto, los ni�os deben acostumbrarse a trabajar y nunca deber�an considerarlo vergonzante. En esta materia no puede haber diferencia entre ricos y pobres; todo lo que los ni�os puedan hacer solos no deber�a serles hecho por otra persona.

Fortaleciendo la conciencia

"Cu�n excelente, cu�n honorable es el hombre que se levanta a cumplir sus responsabilidades".8

"Es claro, por lo tanto, que el surgimiento de este sentido natural del honor y de la dignidad humana es el resultado de la educaci�n". 9

La satisfacci�n que se siente al cumplir con una tarea asignada, y el pesar que se experimenta al no cumplir un deber: �stas, en general, las consideramos actividades de la conciencia. La mayor�a de las madres y los padres saben que la conciencia es el factor m�s importante al determinar si se observan o no principios morales.

El autor insta a que se preste a esta observaci�n cuidadosa atenci�n, ya que el tema es de la mayor importancia para la sociedad. Si a los ni�os no se les ense�a desde la ni�ez a ser cumplidores del deber, adquirir�n una falla moral que no podr�n erradicar cuando sean adultos, y no hay duda que el tiempo m�s apropiado para rectificar la conducta es durante los a�os de ni�ez; cuando alguien llega a la madurez, le es muy dif�cil cambiar su conducta y corregir caracter�sticas inconvenientes.

Cuando un pa�s marcha bien y prospera, es seguro que sus habitantes son cumplidores del deber y concienzudamente se ocupan. de sus responsabilidades sociales. Y en cualquier pa�s que se halla en estado de ruina y colapso, y los deseos y esperanzas de sus habitantes est�n frustradas, sin duda una cantidad significativa de sus habitantes son ingobernables y sus conciencias est�n en estupor.

Esta actitud afanosa de cumplir con los deberes debe ser inculcada a nuestros hijos desde sus primeros a�os. Deber�a fortalecerse de una manera ordenada. A continuaci�n se dan algunas sugerencias propuestas por expertos en el campo de la educaci�n.

1. La madre y el padre en una familia deber�an consultarse mutuamente y evaluar cuidadosamente qu� deberes son convenientes para sus hijos.

Luego, con la m�xima amabilidad deber�a conversar el asunto con sus seres queridos. En discusi�n amistosa pero franca, deber�an explicar la necesidad de que cada uno ayude en los quehaceres dom�sticos; a continuaci�n, deben sugerirse los deberes de cada persona.

Si los ni�os expresan reservas, los padres deber�an escucharlos con atenci�n y, si fuera necesario, cambiar la decisi�n anterior. Despu�s de que ha sido decidido el asunto y todos est�n de acuerdo un�nimemente, los padres deber�an expresar sus esperanzas de que las tareas se llevan a cabo en la forma debida.

2. Los padres no deber�an nunca vacilar en recordar a los hijos que el cumplimiento de los propios deberes est� a la altura de uno de los actos m�s nobles, que quien sea negligente en esta materia estar� avergonzado y confundido ante Dios y a la vista de su pr�jimo, y que hay pocas cosas m�s censurables que el aplazamiento y descuido de sus deberes mediante excusas.

3. Para representar las consecuencias de no cumplir con sus deberes, al igual que los beneficios de hacerles frente, los padres pueden usar ejemplos e historias basadas en sucesos cotidianos.

4. El hecho de que un deber sea cumplido debe valorarse y animar al ni�o.

5. El que sea negligente en hacer su parte del trabajo deber�a ser aconsejado y la situaci�n tendr�a que corregirse, pero el castigo debe ser dado de manera tan suave, que los tiernos sentimientos del ni�o no sean heridos y no surja causa para celos.

6. Durante los per�odos de discusi�n siguientes, en los que est�n presentes el padre, la madre y los hijos, deber�a prestarse atenci�n al cumplimiento de las tareas asignadas, a fin de que se entiendan claramente los aspectos dificultosos y lo que se espera de los hijos. En esa misma reuni�n debe prepararse el programa siguiente y asignarse las nuevas tareas.

Las personas que no est�n familiarizadas con estas sugerencias pueden hallar esta materia muy extra�a, y quiz�s irrisoria. Pero si se le presta atenci�n cuidadosa, se ver� que cualquier materia con que la mente no est� familiarizada parece extra�a al principio y dif�cil o incluso imposible de realizar. Pero una vez que la persona se acostumbra a hacer la nueva tarea pasa a ser perfectamente normal y f�cil. Por esta raz�n el autor pide a los lectores que den seria consideraci�n a este tema y no lo desechen como algo sin importancia.

He aqu� un ejemplo que ayudar� a aclarar la materia en cuesti�n. Imaginen una familia compuesta por el padre, la madre y tres hijos de seis, nueve y once a�os respectivamente. En su casa hay muchas tareas que los ni�os son capaces de llevar a cabo. Naturalmente, de esas tareas pueden encargarse los padres o ayudantes, pero desde el punto de vista educacional, es esencial que los ni�os intenten hacerlas a fin de que adquieran pr�ctica en los asuntos de la vida, lleguen a tener confianza en s� mismos y no dependan de otros que hagan el trabajo por ellos.

Recuerdo haber le�do acerca de un hombre extremadamente rico que impidi� a sus hijos ir a la escuela. Pensaba de esta manera: "S�lo los que no son adinerados deben sudar y estudiar para adquirir conocimiento. �Por qu� tiene mi hijo que estudiar geograf�a, por ejemplo, cuando �l puede viajar a cualquier lugar que �l desee y otros se encargar�n de darle lo que necesite?" Aplicando esta misma l�gica, algunos padres podr�n decir que sus hijos no deber�an trabajar si la familia tiene mucho dinero.

El trabajo forma a las personas y les da la pr�ctica necesaria. El trabajo en s� es noble, y cuando se hace en esp�ritu de servicio, es adoraci�n. "Nada se logra sin esfuerzo", suele decirse. El asignar tareas a los hijos tiene un aspecto educacional que deber�a ser aprovechado.

Una tarde, los padres organizan una discusi�n familiar. El padre dice: "Somos cinco en la familia y siempre hay mucho que hacer en la casa, conversemos un momento sobre el tipo de trabajo que hay en casa y qui�n puede hacerlo". En esa ocasi�n deber�a discutirse la importancia del trabajo y la necesidad de que todos ayuden, recalcando que estas tareas no deber�an ser traspasadas a otros".

"Por ejemplo", contin�a uno de los padres, "todos deber�an hacer su cama. Cada uno debe preocuparse de su propia toalla, cepillo de dientes y cepillo de pelo. Cada uno debe lustrarse los zapatos y, luego, dejar guardada la pasta. No hay que dejar que se junte polvo en el tocador y los espejos deben estar siempre limpios".

"Al desayuno, cada cual puede lavar, secar y guardar su plato y vaso. A la hora de almuerzo, deben turnarse para poner la mesa y lavar despu�s los platos. El que limpie la mesa debe tambi�n guardar el salero, y la pimienta, las servilletas y los platos limpios que haya. Lo mismo vale para la cena".

"Ahora que todos saben sus deberes, las cosas pueden hacerse de forma ordenada; la mam� y el pap� dejan a su conciencia la realizaci�n de estas tareas. Como ustedes nos aman y se respetan a si mismos, har�n sus quehaceres lo mejor que puedan, porque es muy malo que una persona diga que har� cierta tarea y luego deje de hacerla. �Puede esa persona ser respetada? Quien cumple bien con su deber ve que su mente se relaja, que no ha dado a otro su trabajo y que no ha enga�ado a su madre y padre".

"Quien lleve a cabo sus responsabilidades tiene la conciencia tranquila y se siente feliz por dentro, mientras que el no hacer lo que uno debe atormenta la conciencia. Queridos hijos, he le�do una historia sobre la importancia de hacer su deber y se las contar� ahora:

Todos ustedes saben que en los cruces y desv�os de ferrocarriles hay siempre un guardia que indica al maquinista frenar el tren cuando hay peligro. Para eso hacen se�ales con una bandera roja. Este guardia se llama guardabarreras y si es negligente y no hace una se�al a tiempo, corre peligro la vida de todos los pasajeros del tren. Como pueden ver, este humilde trabajador tiene una responsabilidad muy grande y la m�s m�nima negligencia puede costar cientos de vidas.

En un d�a de invierno particularmente fr�o, cierto guardabarreras estaba en su puesto. Hac�a fr�o y no tenia le�a para calentar su caseta. Mir� el reloj y vio que a�n faltaba media hora para hacer detener el tren. Pens� para s� mismo: "Tengo tiempo suficiente para ir a buscar le�a; despu�s de todo, no queda lejos el bosque". Enroll� la banderilla roja y la coloc� en una bolsa que llevaba atada al cintur�n; luego fue al bosque. Pero se absorbi� tanto buscando le�a, que cuando se dio cuenta de que debla estar en el desv�o, sinti� el pito de la locomotora del tren que se aproximaba. Mir� el reloj y vio que en pocos minutos el tren llegar�a al cruce. Cuando pens� en el peligro que corr�an los pasajeros, se sinti� desmayar, pero logr� controlarse y parti� corriendo a m�s no poder hacia la l�nea f�rrea. Cuando lleg� al cruce vio que el tren se acercaba cada vez m�s; pero cuando quiso sacar la banderilla roja, descubri� que la bolsa estaba vac�a: la banderilla se le hab�a ca�do mientras corr�a. Suspir� amargamente e inmediatamente sac� del bolsillo un pa�uelo. Tom� un cuchillo afilado que siempre llevaba consigo, se hizo un corte en una mano, ti�� de rojo el pa�uelo con su propia sangre y comenz� a hacer se�ales desesperadamente. El maquinista del tren vio el trapo rojo y al ver que era peligroso seguir detuvo r�pidamente el tren. El guardabarrera ya se habla desplomado y le manaba la sangre de la herida. Un m�dico qu� viajaba en el tren y otras personas corrieron hacia �l y lograron detener la hemorragia; al cabo de un breve tiempo, el guarda barreras recuper� el conocimiento". "As�, a�n cuando este hombre hab�a sido negligente, con todo, debido a su fuerte sentido del deber, evit� un accidente, y logr� que se salvara la vida de muchos pasajeros. Se dice que el gobierno de entonces orden� erigir una estatua a este hombre en la estaci�n de ferrocarriles, en memoria de este acto heroico y como est�mulo para otros".

Explicando temas de moral

"...criadlos de modo tal que desde sus primeros d�as se establezca firmemente en su coraz�n, en su verdadera naturaleza, un modo de vida que sea acorde con las divinas ense�anzas en todas las cosas "10

Los educadores son de la opini�n de que los consejos verbales, incluyendo las explicaciones sobre temas espirituales y la enunciaci�n de verdades morales, no tienen el efecto deseado de refinar la conducta de los ni�os y rectificar su comportamiento, a menos que se combinen con otros principios educacionales. A pesar de esto, no podemos desatender la importancia de este tipo de formaci�n. Las madres y los padres deber�an sacar provecho de este m�todo y disponer reuniones regulares y ordenadas. Los progenitores deber�an sentarse con sus hijos y desarrollar la discusi�n en forma amistosa. Las reuniones deben planearse cuidadosamente y cada vez el tema base de la discusi�n debe ser diferente. Lo que sea necesario para el refinamiento del car�cter de los ni�os puede explicarse de la mejor manera mediante f�bulas, ejemplos, historias de animales, par�bolas y relatos, que sean todos adecuados a la capacidad, entendimiento y percepci�n de los ni�os. La mejor oportunidad para tales discusiones se presenta al anochecer, ya  que los ni�os est�n libres de sus asuntos diarios y todos est�n generalmente en casa a esa hora.

Tampoco puede pasarse por alto que todos los padres, sin tomar en cuenta su nivel de educaci�n, puedan realizar esta tarea, ya que no requiere conocimientos especiales. Con el mayor amor y afecto los padres pueden juntar a sus hijos y ense�arles los aspectos esenciales de la moral, expresados en forma de par�bolas, y los pueden aconsejar alej�ndolos de las cosas censurables y alent�ndolos a hacer cosas buenas. Al mismo tiempo deben hacerles prestar atenci�n a la importancia que tiene en la sociedad un car�cter digno de alabanza.

La experiencia ha demostrado que este m�todo es �til para fomentar actividades morales sanas. Si se hacen regularmente tales discusiones, bas�ndose en principios cient�ficos y sin interrumpirse, los hijos se acostumbrar�n a ellas y las estar�n esperando, y estas reuniones dejar�n una huella permanente en su memoria. Los hijos se sentir�n cada vez m�s atra�dos por el ambiente hogare�o, y sus mentes y almas ser�n propensas a impulsos nobles y ben�ficos. Por ejemplo, en una ocasi�n los padres, reuniendo a sus hijos, pueden decirles:

"Queridos hijos: todos ustedes saben que Dios nos ha creado a nosotros ya todas las criaturas del mundo. �l es bondadoso con todos, cobija a todos y provee a todos, y est� todo el tiempo con nosotros. �l est� consciente de todo lo que hacemos o decimos, y a�n de lo que pensamos, ya que uno de sus nombres es el Omnisciente. Ya que Dios nos desea el bien, y s�lo nos gu�a hacia el sendero recto, nosotros tenemos que poner de nuestra parte y tratar sinceramente de obedecer Sus leyes y hacer todo cuanto �l nos ha ordenado hacer, y no debemos hacer nada que �l nos haya prohibido, ya que nuestra felicidad y honor dependen de ello y de nada m�s, en este mundo y en el venidero.

Los Profetas han dicho que lo que a una persona no le agrada, no deber�a dese�rselo a otro. Lo que no quiere para s� misma, no deber�a quererlo para otros. Esto se llama "compasi�n" y significa que nosotros deber�amos ponemos en el lugar de la otra persona para poder entender que aquello que nos desagrada le desagrada tambi�n a la otra persona.

Por ejemplo, as� como nos gusta que otras personas nos hagan algo agradable, y nos pongan felices, tambi�n deber�amos nosotros hacer cosas agradables para los dem�s, y no herir sus pensamientos. Si un compa�ero de escuela te habla en forma ruda o rompe tu cuaderno y quiebra tu l�piz, ciertamente no te pondr�s feliz; por lo tanto, no deber�as hacer tales cosas a tu amigo. Y si, por falta de entendimiento, tu amigo hace algo que te molesta, deber�as a cambio de eso hacerle el bien y demostrarle cortes�a y amistad. De esta forma, �l lamentar� lo que ha hecho, ver� lo malo que ha sido y dejar� de tratarte a t� y a otros de esta manera.

Siempre debi�ramos tener cuidado de no inmiscuimos en la vida, ni en los bienes, ni en el honor de nadie. Deber�amos estimar la vida de los dem�s como apreciamos la propia, a fin de que podamos ser dignos miembros de la humanidad. Estas caracter�sticas se llaman perfecciones humanas y virtudes morales. Quien no posea estas caracter�sticas est� muy lejos de cumplir su potencial como ser humano, y puede a�n llegar a ser peor que un animal, ya que los animales nunca cometen acciones tan malas como las de gente sin formaci�n.

Una de las perfecciones humanas que nos han prescrito los fundadores de todas las religiones es la reverencia a los padres, y ella incluye amor, obediencia, bondad y consideraci�n. El padre y la madre han tra�do a sus hijos a la existencia y afrontan muchas dificultades sacrificando su comodidad para asegurar la felicidad de sus progenitores. Los hijos est�n en deuda con sus padres y debieran ser obedientes a ellos tanto como sea posible. En la ni�ez, en la adolescencia y en la adultez deben respetar a sus padres, tener consideraci�n con ellos y no hacer nada que pueda romperles el coraz�n.

Queridos amigos, la �nica manera de lograr verdadera felicidad y progreso en este mundo y en el pr�ximo, es evitar hacer el mal. Esto significa que no deber�amos hacer nada que Dios ha prohibido, y s� deber�amos hacer todo cuanto �l nos ha ordenado. Volver la espalda a las leyes de Dios es la mayor causa de infortunio e infelicidad. Cuando nos juntemos nuevamente, hablaremos m�s sobre este tema.

Junto con invitar a los padres a usar este simple y directo m�todo les pedimos que no lo menosprecien ni lo desechen como algo impracticable antes de meditarlo bien y tratar de aplicarlo.

La ense�anza de buenos modales

"La cortes�a, es en verdad, una vestimenta que sienta bien a todos los hombres, ya sean j�venes o viejos". 11

El hombre es una criatura sociable por naturaleza. Su vida no transcurre sin tener contacto humano, sino, m�s bien, en contacto especial con parientes y amigos. La asociaci�n y amistad con otros debiera comenzar en los a�os de escuela.

En toda naci�n hay ciertas costumbres que todos los ciudadanos de ese pa�s tratan de guardar. Si alguien se desv�a mucho de la norma y no se comporta con sus conciudadanos conforme al modo de comportarse que se estila entre ellos, por supuesto que los ofender�, y el resultado ser� que no se desarrollar�n relaciones amistosas y de armon�a entre �l y los dem�s.

He presenciado personalmente en algunas partes del mundo la extraordinaria perseverancia de los padres al ense�ar buenos modales a sus peque�os hijos. La raz�n de tal esfuerzo es que cualquier negligencia cometida al ense�ar modales sociales a sus hijos puede llevar al menosprecio de los padres a la vista de otros, quienes considerar�n a �stos como descorteses y carentes de buenos modales. Sin embargo, es lamentable que en otras partes del mundo los padres no den ninguna importancia a esta materia; a�n si ellos mismos observan ciertas reglas de comportamiento social entre s�, no se preocupan de ense��rselo a sus hijos.

El resultado es que los ni�os no son capaces de tener trato con otras personas, y a cada paso crean un millar de formas de avergonzar a sus padres.

Los ni�os a los cuales se les ha ense�ado formas de comportamiento atentos desde la edad de dos o tres a�os (seg�n su capacidad) est�n conscientes de los modales corteses que deben tener al saludar, comer, conversar, etc. Pueden saludar de manera tan agradable que causan asombro.

Supongan que conocen a una ni�a de cinco a�os a la que se le han ense�ado modales correctos. En el momento que los ve, les saluda cort�smente. Al preguntarle su nombre, responde inmediatamente. Da respuesta tan grata como puede a todas las preguntas sobre su edad, hogar, mu�ecas, compa�eros de juegos, hermanos y hermanas. Cuando est� sentada a la mesa, sus modales son maravillosos; nunca se desv�a del modo aceptable necesario a su edad. Es tan amable con el hu�sped, que parece que hubieran existido durante muchos a�os lazos de amistad entre ellos. En todo el sentido de la palabra, la ni�a es cort�s y tiene muy buenos modales.

Ahora bien, si conocen a un ni�o que no ha recibido esa formaci�n, ver�n la diferencia. Al momento de verlo se esconde detr�s de su madre y se aferra a su vestido. Por mucho que la madre se empe�e en sacarlo de su escondite, �l se queda all�. Despu�s de mucha alharaca, se calma y cuando ustedes se atreven a preguntarle el nombre, en lugar de responder, se introduce el �ndice y el dedo medio en la boca completamente y se pone a mirar el suelo. Si son perseverantes y le repiten la pregunta unas veces, finalmente presiona con su mano libre el costado de la mam� y le susurra la orden: "dilo t�, dilo t�". Si est�n conversando con una ni�a, y le preguntan si tiene una mu�eca, puede bien responder si es locuaz: "No te lo voy a decir; y no te importa". Ocurren tantas cosas de esta naturaleza, que la madre se siente obligada a castigar a su hija o hijo, y Dios nos proteja si se pone a llorar.

Un incidente a�n m�s perturbador se produce cuando se sienta a la mesa un ni�o mal educado y ustedes tienen que comer con �l; ya que si el anfitri�n cort�smente le coloca a usted en el plato el mejor trozo de carne, el ni�o, con los ojos, manos, espaldas y cuello, hace tantos movimientos indicando as� que �l prefiere ese mismo trozo de carne, que usted se ve obligado a ofrec�rselo a �l.

Los ejemplos anteriores no son producto de la imaginaci�n, ni son exagerados. Por el contrario, son totalmente ver�dicos y hay muchos otros como �sos. Por consiguiente, est� claro que es esencial ense�arles buenos modales y cortes�a a los ni�os desde los primeros a�os. Com�nmente los padres expresan que los hijos deben recibir formaci�n despu�s que hayan crecido, pero esta manera de pensar es absolutamente equivocada.

Admitamos que la formaci�n de los ni�os y la rectificaci�n de su conducta desde la ni�ez exige mucha preocupaci�n y esfuerzo; pero si la tarea fuera f�cil, no ver�amos ninguna diferencia entre una persona cultivada y otra que no lo es. Si la naturaleza, la experiencia y el paso del tiempo corrigieran la conducta del hombre, no se necesitar�a tanto trabajo, y la gente crecer�a naturalmente como malezas. El aspecto animal del hombre podr�a de hecho desarrollarse por si solo, pero muy defectuosamente. No obstante, las evidencias de capacidad intelectual no son posibles salvo mediante la ayuda ordenada y continua de un educador.

Los hombres no son menos importantes que las plantas. Si el jardinero no gu�a un �rbol ni lo cuida, si no le da agua ni fertilizante, y si no destruye las malezas vecinas, ese �rbol no producir� frutos deliciosos.

�Es concebible, entonces, dejar solo a un ni�o y permitirle despilfarrar los preciosos a�os de su ni�ez, sin que obtenga nada? Luego de perder el "capital" de su ni�ez en el "juego" de la vida llegar� a la madurez, y habr� casi pasado el periodo m�s adecuado para su formaci�n; se habr� atrofiado su capacidad mental, en opini�n de los fisi�logos.

Las madres y los padres har�an bien si consideraran estas palabras que el poeta Sa' d� escribi� hace casi setecientos a�os:

La felicidad rehuir� a quien

no es formado en la ni�ez.

Reflexiona: La rama verde puede ser guiada,

pero la rama seca s�lo la endereza el fuego.

En este punto, dejamos la pluma y el papel, y nos despedimos de nuestros lectores. Si hallan aceptables los pensamientos contenidos en este libro y pueden usarlos, el autor se sentir� recompensado.

 

BIBLIOGRAF�A

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"Bah�'� World Faith. Selecci�n de Escritos de Bah�'u'll�h y 'Abdu'l-Bah�", Wilmette, Illinois, Bah�'� Publishing Trust, 2da. ed., 1956.

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"Educaci�n Bah�'�", Buenos Aires, EBILA, 1978.

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"Palabras Ocultas, Las", Buenos Aires, EB1LA, 1986,

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"Sabidur�a de 'Abdu'l-Bah�, La", Buenos Aires, EBILA, 7ma. ed., 1986.

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"Tablets of 'Abdu'l-Bah� Abbas", Nueva York, Bah�'� Publishing Committee, 1930.

 


 

REFERENCIAS:

1. 'Abdu'l-Bah�, Educaci�n Bah�'�, p. 31.

2. Carta en nombre de Shoghi Effendi a un creyente particular, del 9 de Julio de 1939, Educaci�n Bah�'�, p. 83.

3. 'Abdu'l-Bah�, Sabidur�a, p. 135.

4. Carta de Shoghi Effendi a un creyente individual del 9 de julio de 1939, Educaci�n Bah�'�, p. 80.

5. 'Abdu'l-Bah�, Selecci�n, p. 137; Educaci�n Bah�'�, p. 55.

6. 'Abdu'l-Bah�, Selecci�n, p.130; Educaci�n Bah�'�, p. 36.

7. 'Abdu'l-Bah�, Sabidur�a, p. 186.

8. 'Abdu'l-Bah�, Secreto de la Civilizaci�n Divina, p. 19.

9. Ib�d., p. 177; Educaci�n Bah�'�, p. 19.

10. 'Abdu'l-Bah�, Selecci�n, p. 127.

11. Bah�'u'll�h, Ep�stola, p. 48.

 


* Extra�do del libro Mothers, Fathers and Children: Practical Advice to Parents. Oxford, UK: George Ronald, traducido al espa�ol.


 

 

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