Revista Jurídica Cajamarca

 
 

 

Reflexiones sobre el Tratado de Paz entre Perú y Ecuador

Rosa de los Dolores Tafur Chilón (*)


El lunes 26 de octubre de 1998, constituye una fecha muy importante, que marca historia, y cambiarán los rumbos de la vida de los países de Perú y Ecuador; pues se firmó el histórico acuerdo de paz que puso fin al viejo conflicto limítrofe entre ambos países, y por cuarentisiete años los mantuvieron en constantes enfrentamientos armados, ocasionando grandes perdidas económicas, pero especialmente invaluables pérdidas humanas en ambos países.

Cabe resaltar que la peor parte de este problema le tocó vivir a las poblaciones fronterizas, quienes mantenían relaciones comerciales directas con los habitantes de los pueblos vecinos del Ecuador, y que cada vez que la frontera se cerraba por ataques entre las tropas militares de los mencionados países, no podían comercializar sus productos, provocando grandes pérdidas económicas a los productores cuyo único sustento es la agricultura, la pesca y el comercio.

A esto se sumaba el abandono del gobierno Peruano, pues estos pueblos fronterizos no cuentan con sistemas de comunicación como carreteras, aeropuertos, hospitales ni colegios debidamente implementados, lo cual impide que estas zonas progresen y se desarrollen, pues se encuentran marginadas e incomunicadas del resto del país.

Finalmente la calma parece haber llegado; después de meses de negociación se ha llegado a un acuerdo, no obstante las críticas y opiniones en contra por parte de los pobladores y aun de los congresistas de los dos países; y con justa razón cabe mencionar que las conversaciones y la elaboración del acuerdo de paz y sus anexos, han sido manejados únicamente a nivel de gobierno; provocando opiniones encontradas a raíz de la poca información.

En el Perú las opiniones son diversas y al parecer estamos divididos, pues por una parte existen personas que apoyan la firma del tratado y celebran una solución pacífica, y por otra parte existe gente que está en total desacuerdo; pues, se maneja la idea de que nuestro gobierno está regalando territorio al vecino país Ecuador.

Particularmente me parece indignante que el gobierno haya decidido mantener en secreto las negociaciones; pues se sabe, por declaraciones el congresista Henry Pease, que ni siquiera el Congreso tenía conocimiento del avance de las conversaciones, ni de lo que pretendía establecer el nuevo tratado, ocasionando consiguientemente paros y marchas de protesta en Loreto y San Martín; pues, creen que el tratado beneficia exclusivamente al Ecuador, y que de nada han servido tantos años de lucha en defensa del territorio, si al final el gobierno ha cedido a todas las pretensiones Ecuatorianas.

Así mismo se han formado “El Frente Patriótico de Loreto” y “El Frente Cívico de Huanuco”, los cuales reclaman un tratado especial para el desarrollo de esta zona selvática.

El Estado debió prevenir esta situación ya que se corre el riesgo de una  desmembración territorial de nuestro país por la mala política del gobierno.

El poder del Estado emana del Pueblo y es  a él a quien debe rendírsele cuentas de todas las acciones que el gobierno realice o crea pertinente realizar. Consecuentemente y por obvias razones es de vital importancia que el Gobierno Peruano, divulgue por medios de comunicación masiva el contenido íntegro del Tratado de Paz y sus anexos que se firmaron y que a la letra dice:

“Se establece la libre navegación comercial de embarcaciones ecuatorianas por el Amazonas y sus afluentes septentrionales, así mismo las naves ecuatorianas gozarán en aguas peruanas el mismo régimen que se les aplica a las naves de bandera peruana y tendrá acceso en igualdad de condiciones que ésta últimas; al suministro de combustible, de sus servicios portuarios y de sanidad, fácilmente para la comunicación, de auxilio a la navegación, y para la entrada y salida del puerto.

Además Ecuador tendrá derecho de tránsito terrestre por las correspondientes vías públicas de acceso, actualmente existentes o que se construyan en el futuro, y que conecten el Ecuador con puntos fluviales habitados para la carga y descarga de mercancías en los ríos de objeto de este tratado.

Se estipula también la creación de centros de comunicación y navegación, destinados al almacenaje, transformación y comercialización de mercancías en tránsito, procedentes del Ecuador o destinados a su territorio. Las mismas que no estarán afectadas en pagos de derechos de aduanas, salvo que sean internados definitivamente en el Perú.

Así mismo se establece que el gobierno del Perú mediante un respectivo contrato de concesión, concederá en administración un territorio para funcionamiento de centros de operación a la empresa designada por el gobierno ecuatoriano. Cabe señalar al respecto que los terrenos en los que se establecen dichos centros son propiedad del Estado Peruano.

A su vez en el acuerdo de integración fronteriza, Desarrollo y Vecindad, se establece entre otros puntos los siguientes:

Se prevé la creación de una comisión de vecindad, el fortalecimiento de una comisión bilateral, un régimen fronterizo y un plan binacional de desarrollo; adaptadas a las realidades y aspiraciones de los habitantes de la religión y buscar cambiar substancialmente el desenvolvimiento de las actividades de las poblaciones fronterizas, hasta ahora regidas por controles y restricciones que frenan su desarrollo.

Además figuran la interconexión de oleoductos, un plan urbano regional y de servicios Tumbes-Machala, la interconexión eléctrica, la promoción del turismo binacional, entre otros.

También se prevé un programa de interconexión vial que contempla la construcción de vías Guayaquil-Piura-Yaupi-Borja.

Se propone también el establecimiento de un fondo binacional para la paz y el desarrollo como medio para canalizar recursos no reembolsables que reciban en apoyo al proceso. Este se constituirá con aportes iniciales de los gobiernos de Perú y Ecuador, además de los aportes adicionales que decidan los países garantes, los países amigos, los organismos multilaterales y demás organizaciones publicas y privadas”.

Esto es a grandes rasgos lo que estipula el Tratado y es cierto que favorece  de algún modo a nuestro país, porque permite alcanzar la tan ansiada paz y tranquilidad.

El mayor beneficio ha sido sin embargo para el Ecuador, y el Perú una vez más ha tenido que ceder y someterse como antaño a la decisión de los garantes.

Hemos cedido territorio, y hemos aceptado, al pie de la letra, lo que han dispuesto y decidido los países garantes, vulnerando así la confianza que el pueblo peruano tenia en que el Tratado de 1951 fuera totalmente respetado y que no se acepta nada que vaya más allá de los enmarcados en el Protocolo de Río de Janeiro; pero, especialmente, se ha resquebrajado una vez más la confianza que depositamos en nuestros gobernantes por cuanto han comprometido la soberanía de nuestro país en aras de una paz impuesta por las circunstancias.

Se presume que con la firma de este Tratado cesarán las presunciones expansionistas del Ecuador, y que se pondrá fin a la política educativa antiperuana que se desarrollaba en nuestro vecino país del norte.

Esperemos que esto sea así, y no nos queda más que dejar que la historia responda a nuestras expectativas y que con estas nuevas decisiones se consolide una paz verdadera y una convivencia armoniosa y de cooperación plena entre estos países hermanos, que están unidos por raíces históricas y que se encuentran luchando para salir del sub- desarrollo.



(*) Alumna del 3er. Año de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Cajamarca.


 

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