Derecho & Cambio Social

 
 

 

 

EL PRINCIPIO DEMOCRÁTICO,
COMO PRINCIPIO DE LEGITIMIDAD DEL PODER POLÍTICO:
QUÉ TAN EFICAZ RESULTA EN LA REALIDAD PERUANA

Maria del Carmen Quispe León (*)

 


   

SUMARIO: 1.- Introducción, 2.- La legitimidad como fundamento del poder, 3.- Presencia de la “Democracia” en las urnas electorales, 4.- Conclusiones.

 

1.- INTRODUCCIÓN.

El tema planteado a simple vista, está sujeto a una serie de suspicacias y recelos, que de seguro desatara muchas opiniones e interrogantes  a favor o en contra. Precisamente ese es el fin de este trabajo, plantear el problema, el mismo que debe ser analizado en investigaciones posteriores, a través del compromiso de nuestros intelectuales a interesarse por este tema, que no es más que el reflejo de nuestra realidad actual. Mas adelante insistiré en este compromiso, puesto que es de vital importancia el papel de la razón humana en el ámbito de las decisiones colectivas.

En el desarrollo de las sociedades, las diversas organizaciones humanas e instituciones que han tenido como fin la dilección y control de las mismas, tienen determinados fundamentos esenciales para su existencia como son “la legitimidad”, “el poder”, “el consenso”, “la teocracia”, etc. Los mismos que deben de encontrar un ámbito de aplicación permanente para que sigan vivos en el sentir de cada hombre y se “identifiquen” con estos, solo así encauzarán sus conductas voluntariamente al rumbo dirigido por sus “representantes”.

En este sentido si hacemos un análisis y contrastamos “los fundamentos” que sostiene nuestro actual aparato político con el sentir popular y la credibilidad que estos han puesto en ellos nos daremos con la sorpresa que hay una gran distancia; ante esta problemática cabe hacernos la pregunta ¿Qué está pasando y porque?

Hoy en día todas las decisiones que se toman tienen un fundamento repetido hasta la saciedad “La voluntad del pueblo”, pero dicha voluntad que justifica el poder político imperante tiene un medio muy peculiar por el cual se manifiesta: el sufragio, este medio ha tomado tanta fuerza en nuestro país en las ultimas décadas, que resultaría imprudente obviarlo.

2.- LA LEGITIMIDAD COMO FUNDAMENTO DEL PODER

El hombre es un ser social por naturaleza, el hombre no es suficiente por sí mismo, necesita de las cosas y otros servicios de los otros hombres. Estamos ante una pluralidad de individuos con interdependencia entre si y que se organiza en un grupo social global para la consecución del interés general de aquellos medios indispensables para el pleno desarrollo de su personalidad. La necesidad de que surja “alguien” que coordine y dirija los actos de todos al fin deseado. A este alguien ha de ser, al que le incumba tomar decisiones que afecten a toda la comunidad, ello coarta la libertad individual del hombre, se ve sujeto a normas, esta pérdida de libertad es en beneficio del interés general.

El hombre estará de acuerdo con su sociedad, cuando ésta se constituya de acuerdo con su concepción, con la idea que él tiene de lo que debe ser, la buena organización de convivencia. Es una condición indispensable para que él preste su consentimiento. De ahí la importancia que reviste el que la organización política de la convivencia sea de acuerdo dentro de lo posible, con las exigencias y los deseos de los ciudadanos, sólo así será legítima dicha organización. Por ello que la existencia del poder político, origen, estructura y fines varía de un lugar a otro y a lo largo de los tiempos.

Esta es una concepción sociológica del poder y de la legitimidad, donde el poder, como  relación social  de autoridad, estable y duradera es necesario, así el poder  político queda justificado y la legitimidad apunta a la “adecuación del poder político al sistema de valores vigentes o de creencias dominantes en esa sociedad” acerca de lo que debe ser el poder, del valor social de las instituciones de gobierno y de su eficacia para cumplir las tareas gubernamentales, “por ello no nos sorprende que los regímenes surgidos del golpe de estado buscan siempre regularizar su situación, adecuándose al menos en apariencia a los principios de legitimidad de la época, tal como lo señala DUVERGER” (JUAN FERRANDO BADIA; 1971: 21).

En la actualidad el principio de legitimidad vigente es el “democrático”  o de la “voluntad popular”, sólo las democracias son capaces de suscitar obediencia espontánea a las leyes y demás disposiciones de gobierno.

Es necesario resaltar entonces que la legitimidad viene a ser “el sistema de creencias socialmente objetivadas que tienen por objeto justificar el poder”. Entendida de esta manera a continuación planteare la problemática ya anunciada.

3.- PRESENCIA DE LA “DEMOCRACIA” EN LAS URNAS ELECTORALES

Es ya común decir que ningún país moderno conoce el gobierno por el pueblo, sólo se conoce el gobierno por delegación del pueblo, la cual puede otorgarse de diferentes maneras. La democracia no es autogobierno del pueblo, sino gobierno con “consentimiento” del pueblo, reglamentado constitucionalmente y periódicamente revocable. (JOSE IGNACIO ESCOBAR; 1972: 12).

En nuestro país, el mecanismo por el cual el pueblo peruano delega su poder político a un grupo de individuos para conducir el destino del país, viene siendo “el sufragio” proclamado como un derecho en la mayoría de nuestras constituciones, pero no hay que perder de vista cómo este mecanismo fue evolucionando a lo largo de nuestra vida republicana, podemos apreciar que este derecho estaba restringido  a un grupo pequeño  de nuestra población, puesto que el universo electoral estaba condicionado en un inicio a tener que probar que se tenía renta o propiedad, mayoría de edad (25), ser católico, saber leer y escribir y ser residente en Lima; posteriormente estos requisitos variaron y el sufragio se fue expandiendo paulatinamente en el resto de la población. Ante estos datos objetivos, nos hacemos la pregunta ¿Quiénes realmente gobernaban nuestro país?, a pesar que teníamos como principio de legitimidad “la voluntad popular”, el mismo que hasta nuestros días se pregona, sin encontrarle realmente un sentido apropiado, ni sustento real.

Posteriormente el sufragio se fue expandiendo, hasta el año 1931 se continúo marginándose a los analfabetos, las mujeres y los menores de 21 años, un siglo después de nuestra vida republicana. En el año 1956 se concedió el sufragio a la mujer y recién en 1978 se reconoce a los analfabetos el derecho al sufragio y en similares circunstancias los jóvenes mayores de 18 años son incorporados a la ciudadanía. Entonces no hace poco tiempo, que la “voluntad popular” se hizo presente en las urnas electorales, contando con la población en general.

Pero ¿esa participación masiva que hoy en día justifica el poder político de nuestros gobernantes  tiene que estar en función a una investigación estadística, a un simple conteo de votos, y una simple opinión pública? Creo que no, la “voluntad popular” va mucho más allá que unas simples cifras, debe proporcionar una selección clara sobre la naturaleza y el programa de gobierno, no quedar en simples apariencias.

Entonces nos hacemos nuevamente la pregunta ¿Quiénes realmente gobiernan, a qué intereses responden?, ¿al interés popular, como eje de toda democracia? Entonces ¿qué sustento real tiene este principio democrático en nuestro país?

La pregunta está lanzada, esperamos algún tipo de respuesta, basada en datos objetivos y no simples abstracciones que en nada favorecen al desarrollo de nuestro país.

4.- CONCLUSIONES.

De otro lado ya para concluir; nadie duda de lo importante que es tener un “orden” y las diversas instituciones y organizaciones que de ella deriven, pero siempre y cuando este orden sea producto de un “consenso nacional”, no hay que olvidar que tenemos un país pluricultural; cada una con rasgos distintos  pero un fin en común “vivir en convivencia” acorde con los lineamientos vigentes de nuestra época. Solo así estaremos asegurando el desarrollo de nuestro país.

En este sentido ya es hora que los intelectuales se pongan al servicio de este noble fin, contrastando los fundamentos legitimadores del actual orden político y la realidad que los sostiene, no caer en la abstracciones teóricas repetidas hasta el cansancio que no reflejan nuestra realidad.

Se ha de resaltar la posición privilegiada que ostentan los intelectuales en el seno de una sociedad, en definitiva, un enorme protagonismo a la hora de aumentar o debilitar la legitimidad que funda todo sistema político.

5.- BIBLIOGRAFIA.

-          JORGE BASADRE; Elecciones y centralismo en el poder, Centro de investigación de la Universidad del Pacifico, 1° Edic. año 1980 – Lima, Perú.

-          JUAN FERRANDO BADIA; Revista de estudios políticos de Madrid, N° 180, año 1971 – España.

-          JOSE IGNACIO ESCOBAR; Revista de estudios políticos de Madrid, N° 186, año 1972 – España.

-          SALVADOR M. DANA MONTANO; Revista de estudios políticos de Madrid, N° 187, año 1972 – España.

 


 


 

(*) Estudiante de la facultad de Derecho y Ciencia Política de la UNMSM . Coordinadora General del Taller de Derecho Procesal Constitucional-UNMSM.

E-mail: berenguer111@hotmail.com

 


 

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