Revista Jurídica Cajamarca

 
 

 

La tortura

Delia Patricia Mercado Aguilar (*)


 

¿Existió la Tortura desde siempre?

Indudablemente, se sabe que la tortura fue aplicada en todos los pueblos desde tiempos muy antiguos, constituyó junto con la pena de muerte la base del sistema penal de aquella época. Fue utilizada como un medio para lograr la confesión a través de dolores físicos, revistiendo diversas formas tales como mutilaciones de miembros, marcas con hierros candentes, azotes, entre otros. 

Los pueblos antiguos, hicieron uso de la tortura, entre éstos tenemos a la antigua Atenas, donde los esclavos[1] eran examinados siempre con la tortura; en cambio los hombres libres no podían ser sometidos a esto, pues, el carácter de ciudadano lo impedía, esto es que un Ateniense libre no podía ser torturado, pero la tortura podía ser usada ocasionalmente en criminales ejecutantes de delitos muy graves; de esto se desprende que su aplicación dependía de la posición social de los litigantes pues los ciudadanos libres con dignidad y honor no podían ser torturados. Se puede decir, entonces, que los criterios que utilizaron en la valoración de las pruebas fueron de dos tipos, unas consistían en "pruebas naturales", que se obtenían fácilmente de la palabra del ciudadano y otras eran las "pruebas forzadas" que se conseguían de los que no tenían ningún "status": los extranjeros, los esclavos, los que tenían ocupaciones vergonzosas o aquellos cuya deshonra era públicamente reconocida; a su vez, se tomaba en cuenta la opinión de los miembros más importantes de la comunidad.  Otro de los pueblos que no debemos dejar de mencionar es Roma, en el que los esclavos eran los  únicos que podían legalmente ser torturados para obtener evidencia del crimen (así en el caso de "majestad lastimada," o crimen contra un poder soberano) e incluso los propietarios de éstos tenían el derecho absoluto de castigarles o torturarles cuando sospechaban que eran culpables de delitos contra la propiedad; sin embargo, este derecho fue abolido en la ley romana el año 240 d. de C. por el emperador Gordiano. Estos esclavos eran sometidos a la interrogación y a castigos reservados sólo para ellos.

La Edad Media, se caracterizó por el procedimiento acusatorio teniendo como base a la prueba; sin embargo, el acusador podía solicitar al juez que el acusado sea sometido a tortura si faltaban pruebas, por lo que se habría seguido practicando la tortura. Es con el surgimiento del procedimiento inquisitorial[2]  que se logra desplazar al sistema acusatorio. Esto, implicó que la sociedad exigiera que se busquen, presenten y examinen pruebas, pero la necesidad de pruebas y la imposibilidad muchas veces de obtenerlas hizo que la confesión se convirtiera poco a poco en "la reina de las pruebas", extendiéndose el uso de la tortura como método de obtener la confesión, tanto en tribunales civiles como eclesiásticos (la Santa Inquisición). La Iglesia consideraba la herejía como el delito más grave, pasando la tortura a ser un método mediante el cual los herejes confesaban su desviación. Es por ello que con los horrores de la Inquisición y el uso excedente de tortura judicial desde el siglo XIV al XVI se trajo un cambio progresivo de sentimiento, que eventualmente condujeron en la segunda mitad del siglo XVII a la abolición de tortura. Este proceso se debió fundamentalmente a la Ilustración[3].

Sin embargo, en el siglo XX el uso de tortura se revivió sobre una escala importante por los regímenes Nacional Socialistas, Fascistas, y Comunistas de Europa, comúnmente como un arma de coacción política. Además, los gobiernos Comunistas hicieron uso de la técnica llamada de ‘lavado de cerebro’, un tipo de la tortura psicológica en que la desorientación mental es inducida por métodos tal como forzar a un preso a permanecer despierto indefinidamente. Las quejas sobre el uso de tortura física y psicológica han sido también albergadas en regímenes de América Latina, África, y Asia. Se considera que la reaparición de la tortura en el siglo XX se debe a la  aparición del Estado totalitario puesto que toda discrepancia  entre el Estado o sus "conductores" y un ciudadano cualesquiera es un atentado muy grave que va contra los intereses generales; y, por otro lado, por la necesidad de creación de servicios especiales y métodos especiales de interrogatorio de prisioneros, espías, etc. 

¿Qué es la Tortura?

Es infligir dolor corporal severo como castigo o para obligar a una persona para confesar un crimen, una sospecha, una información, o para intimidarlo de alguna manera, constituyendo un trato cruel, inhumano y degradante que atenta contra los derechos de las personas, los cuales son inherentes a ellas, los que no deben ser vulnerados por nadie; de allí que el Estado deba de garantizarlas. También se la concibe como “ el acto por el cual un representante de la autoridad (o alguien instigado por ella) inflige intencionadamente a otra persona dolor o sufrimiento intenso, ya sea físico o mental, a fin de obtener de él o de una tercera persona informaciones o una confesión; o bien para castigarle por un acto que ha cometido o que se sospecha que haya podido cometer; o bien para intimidarle a él o a otras personas. No incluye el dolor o sufrimiento procedente, inherente o propio de sanciones legítimas si se ajustan a las Reglas Mínimas Legales para el Tratamiento de los Presos”[4]. Sin embargo los tratados de derechos humanos la definen en un concepto mucho más amplio ya que no solo tiene lugar únicamente en las comisarías o en las prisiones, sino también en los centros de detención de menores, en los campos de refugiados, en las calles y en los hogares.

Se sabe también que la tortura no se limita a las dictaduras militares o a los regímenes autoritarios; sino que también son los estados democráticos los que hacen uso de ella.  El ordenamiento jurídico prohíbe  la tortura en toda circunstancia, pese a ello vemos que muchas veces son  las mismas personas encargadas de hacer cumplir la ley las que con frecuencia la cometen. Es más, muchos gobiernos utilizan la tortura  como un medio para mantenerse en el poder, tal como es el caso en el antiguo régimen político, los que a pesar de decirse defensores de los derechos humanos hacen uso de la tortura de manera impune[5].

Cabe decir también que las víctimas de tortura pueden ser cualquier clase de personas desde delincuentes hasta presos políticos, disidentes y marginados, e incluso su uso se hace indiscriminadamente por razón de raza, etnia, religión, cultura, convicción, no importando ni la edad ni el sexo; a su vez, estas víctimas tienen poco acceso a denunciar la tortura. En muchas culturas, dados los patrones culturales inherentes a ellas, la  tortura es considerada como sagrada, a pesar de la crueldad en su aplicación.

De todas las víctimas de tortura, los niños y las mujeres son las más vulnerables, de allí que surja la pregunta: ¿se debe dar protección especial a los niños y a las mujeres contra la tortura?

No hay duda de que a todas las personas se les debe proteger contra la tortura; sin embargo, los niños deben contar con una protección especial frente a la tortura y a los malos tratos dado que el Estado, no atiende lo suficiente a sus necesidades o a causa de su edad, las personas que los custodian, muchas veces, abusan de ellos e incluso en diversos Estados, son obligados a ser soldados mediante la tortura, tratos brutales e intimidación, incluidas amenazas contra ellos y sus familias. Por otro lado, las mujeres, por motivo específico de género, es decir por ser mujeres, sufren torturas, se las somete a abusos sexuales y violaciones,  abortos provocados, esterilizaciones forzosas, mutilaciones sexuales, o a otras partes del cuerpo, con la finalidad de impedirlas de tener un vida normal, lo cual atenta contra su integridad física ya que son objeto de un trato cruel, inhumano y degradante. Sin embargo no debemos dejar de lado a los adultos varones, los que también deben se protegidos de tratos crueles e inhumanos a los que son sometidos.

Nos preguntamos: ¿Es responsable sólo el torturador o también quien lo autoriza u ordena la tortura? Luego de un análisis podemos decir que si bien es cierto  es responsable la persona que lleva a cabo físicamente la tortura, también es cierto que el principal responsable sería quien la autoriza o incluso quien la ordena que en muchas ocasiones llega a ser el Gobierno mismo (a través de ciertas autoridades),  que a pesar de sancionar penalmente la tortura es quién la practica. Por otro lado, el Código Penal tipifica a la tortura entre los Delitos contra la Humanidad, en su Art. 321°;  en este delito, se considera como sujeto activo al funcionario, servidor público o a cualquier persona que con el consentimiento de aquél inflige a otro, dolor o sufrimiento grave, sean físicos o mentales, o lo someta a condiciones o métodos que anulen su personalidad o disminuyan su capacidad física o mental, aunque no causen dolor físico o aflicción psíquica, o de castigarla por cualquier hecho que haya cometido, o de intimidarla o de coaccionarla; sin embargo, queda un vacío aún por legislar,  me refiero a qué pasa con aquella persona que sin el consentimiento de un funcionario o servidor público tortura, caso en el que no habría una sanción por este ilícito sino por otra figura con menor sanción. Volviendo al sujeto activo, se ha llegado a comprobar que la policía, en muchas ocasiones, recurre a la tortura o a los malos tratos como un método rápido para obtener confesiones pese a que su rol en la investigación del delito, comprende la responsabilidad de defender la ley y proteger los derechos consagrados y garantizados en un Estado de Derecho.

¿Es la tortura un medio idóneo para conocer la verdad?

No, se piensa que cuando se tortura a una persona se logra conocer la verdad de un determinado hecho; lo que se busca, en realidad, es lo que se desea escuchar y no lo que el torturado tenga que decir. Lo que se lograría es únicamente  que con el dolor insoportable se le obligue a crear o imaginar algo que en realidad no existe, a cuya condición cesa el tormento. El torturador solo busca imponer su verdad, preferible a sus ojos que a la del torturado.

La tortura implica un trato cruel, inhumano y degradante que se inflige intencionadamente a otra persona, causando dolor o sufrimiento intenso, ya sea físico o mental, a fin de obtener de él o de una tercera persona, información o una confesión; o bien para castigarle por un acto que ha cometido o que se sospecha que haya podido cometer; o bien para intimidarle a él o a otras personas. Esta práctica debe ser erradicada, pues, dentro de los derechos humanos de la persona está  el derecho a no sufrir trato cruel, inhumano o degradante.

 


 

NOTAS:

[1]Los esclavos carecen de derechos y son por el contrario objeto o materia del derecho de propiedad de uno u otros hombres.  Gamarra Pereda, Manuel. Derecho Romano. 2º edición, pg.90.

[2] Inquire significa investigar. Amnistía Internacional. “La Tortura”

[3] Siglo de las Luces o Ilustración, término utilizado para describir las tendencias en el pensamiento y la literatura en Europa y en toda América durante el siglo XVIII previas a la Revolución Francesa. La frase fue empleada con mucha frecuencia por los propios escritores de este periodo, convencidos de que emergían de siglos de oscuridad e ignorancia a una nueva edad iluminada por la razón, la ciencia y el respeto a la humanidad. Enciclopedia Encarta. Edición 2000.

[4] Definición dada en la Convención de  la Organización de las Naciones Unidas.

[5] Cabe decir que dicha impunidad implica la tolerancia de la tortura.

 

 


(*) Alumna del Quinto Año de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Cajamarca.


 

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